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El 27 de noviembre del año 1095, durante el transcurso de la últimajornada del Concilio de Clermont, el papa Urbano II exhortó a toda lacristiandad a que marchase unida para conquistar Jerusalén. Elllamamiento del pontífice tuvo una amplia repercusión y a élrespondieron nobles, clérigos, y caballeros procedentes de todo eloccidente europeo. De la misma forma, miles de hombres, mujeres,ancianos y niños del pueblo llano, armados tan solo de unainquebrantable fe adornada de misticismo y superstición, loabandonaron todo para unirse a la expedición militar que se estabaorganizando. De aquella movilización surgió el embrión de lo que seacabaría convirtiendo en la Primera Cruzada, aventura bélica yreligiosa que dejó un reguero de muerte y destrucción hasta que losguerreros cristianos lograron conquistar la Ciudad Santa . En aquellamisma época, los diferentes reinos de la Península Ibérica combatíanen el contexto de la Reconquista contra los musulmanes que la habíaninvadido varios siglos antes. Los monarcas cristianos dedicaban casitodos sus esfuerzos a las sucesivas campañas militares emprendidaspara recuperar el territorio perdido. Sin embargo, durante las ochocruzadas que tuvieron lugar a lo largo de casi doscientos años, unpuñado de caballeros y nobles hispanos decidieron cruzar elMediterráneo para participar en ellas y contemplar con sus propiosojos los lugares en donde la tradición cristiana sitúa la vida y lapasión de Jesucristo.