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Introducirse en el análisis del conflicto entre los trabajadores y la dictadura de 1976, autodenominada Proceso de Reorganización Nacional , implica intentar entender cómo se llevó a cabo la pelea en el ámbito del aparato productivo entre un nuevo régimen, que quería imponer a punta de pistola sus reglas de degradación laboral, y la clase trabajadora, que pujaba por hacer valer los derechos adquiridos luego de décadas de lucha social. En la situación, por un lado, el 24 de marzo de 1976 tomaba el poder nacional el mando militar, dispuesto a eliminar a todo opositor e implementar un cambio político, económico y social. Por otra parte, en el central motor productivo estaban los trabajadores, respaldados por el enorme aparato sindical -la CGT, las 62 Organizaciones Peronistas-, acostumbrados a condiciones laborales progresistas vigentes desde el Peronismo. El nuevo modelo económico a imponer, el Neoliberal -sin ser reduccionista, pero si tomándolo como el punto de despegue, estaba en las antípodas de lo que se refería a las reivindicaciones laborales: beneficios salariales, derecho a huelga, participación en las ganancias y administración de las empresas. De ahí el conflicto central.